Las avispas resultan especialmente incómodas a finales de verano, cuando las obreras quedan eximidas de recolectar alimento proteínico para los juveniles y pueden dar rienda suelta a su pasión por lo dulce como por ejemplo mermeladas y siropes. Provocan molestias al entrar en las cocinas, panaderías y otros establecimientos en los que se manipulan productos aromáticos dulces. Pueden contaminar los alimentos y molestar o picar al personal.
En sitios con densidades de avispas altas, que constituyan una amenaza real, puede llegar a detenerse la producción en los lugares de trabajo.
Lo que preocupa a la mayoría de las personas es la capacidad de las avispas de infligir picaduras dolorosas. Algunos accidentes de circulación inexplicables se han achacado a veces a la distracción de los conductores por la presencia de avispas. No son especialmente agresivas; las avispas sociales pican para defender sus nidos.